Premio Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP)

Primeras huellas de los osos en el Pirineo aragonés tras salir del letargo invernal.

Detectan la presencia de nuevos ejemplares entre Bielsa, Plan y el valle de Benasque. Los ganaderos piden más medios para vigilar a los rebaños, que todavía no han subido a los puertos.

Cada vez son más y ocupan nuevos territorios. Los osos pardos han abandonado el periodo de hibernación y ya se han podido ver algunas huellas en la nieve en la comarca de la Jacetania, probablemente de la osa Claverina, aunque de momento los ganaderos no están en alerta porque los rebaños tardarán en subir a puerto. La salida del letargo invernal coincide este año con nuevos datos que confirman su crecimiento. La última actualización del censo realizada por el Grupo de Seguimiento Transfronterizo de la especie, formado por técnicos de todo el Pirineo, cifra la población en 70 ejemplares, con un mínimo 15 crías en el último año. La tasa media de crecimiento anual entre 2006 y 2020 es del 11,40%, y se calcula que desde el comienzo del programa de reintroducción de la especie han nacido 114 crías. En Aragón, en 2021, se detectaron movimientos de media docena de ejemplares, a los que todavía se puede identificar por su nombre, ya que ante el creciente aumento de la población ahora ya se les bautiza con números. En la zona más oriental, entre BielsaPlan y Benasque, dejaron su rastro el temido Goiat, el veterano Neré y algún otro macho cuyo ADN no se ha podido determinar. Los informes de los técnicos franceses sitúan también a un nuevo oso, Douillous, y a Cannelito. Mientras, la zona occidental, los valles de Ansó y Hecho, siguen siendo territorio de Claverina. La otra osa liberada por Francia en 2018, Sorita, con tres oseznos, se mueve más por ese país, aunque en 2021 se la localizó en los ibones de Arriel, en el valle de Tena.

Douillous, el oso a la fuga que resultó ser una hembra.

Uno de los últimos ejemplares cuya presencia se ha constatado en Aragón es Douillous, un ejemplar con una larga y curiosa historia para su corta edad. Fue capturado el 10 de junio de 2019 solo, sin su madre, en el pueblo francés de Couflens, cercano a la frontera con España. Había sobrevivido al ataque de un oso a la camada. El examen clínico determinó que era un macho, nacido ese invierno. Estaba desnutrido y lo llevaron a un centro de recuperación. Cuando se recuperó se escapó haciendo un agujero debajo de la valla. Los agentes lo persiguieron por el bosque y lograron atraparlo. Meses más tarde lo devolvieron a su hábitat natural, cerca de Luchón (Francia). De aquí pasó por el Portillón a Benasque y merodeó por el valle de Estós y el de Chistau. Una cámara lo grabó en julio de 2021 en la Ribagorza. Las muestras genéticas remitidas a la Universidad Autónoma de Barcelona, el centro de referencia, depararon la sorpresa de que era una hembra. 

Ante esta expansión, cada vez son más frecuentes los avistamientos. Hace unas semanas, unos cazadores vieron un oso durante una batida cerca de la Boca del Infierno, en el valle de Hecho, se supone que Claverina, cuenta el ganadero de la zona Antonio Casajús.

Por contra, en 2021, pese a haber más movimiento de osos, se redujeron los ataques. Solo hubo uno en Aragón. La causa, afirman los expertos, hay que buscarla en la facilidad para encontrar alimento en la naturaleza, dependiendo del año, y en el aumento de las medidas de protección de los ganaderos. En todo caso, afirma Guillermo Palomero, de la Fundación Oso Pardo, miembro del citado grupo técnico, la tendencia en Aragón es a la llegada de más ejemplares desde las zonas limítrofes de Francia y Cataluña, donde hay mayor presión poblacional. Crecen a un ritmo “lento” pero “ascendente”, y con una clara viabilidad genética. Aunque en su opinión, el principal cambio es cualitativo, tiene que ver con la conexión entre los ejemplares de los Pirineos centrales y atlánticos, hasta convertirse en una población única con intercambio de genes.  La asignatura pendiente es hacer compatible la presencia del oso con la ganadería extensiva, “que bastantes problemas tiene ya de por si”. La fórmula, añade Palomero, es pagar rápido las indemnizaciones y financiar medidas de protección. Ya no ve la necesidad de introducir nuevos ejemplares “porque sería avivar la polémica cuando además la población crece y mejora su genética”.

Sin refugio ni pista para controlar al ganado.

Los ganaderos están de momento tranquilos pero saben que Claverina ha despertado del letargo. Hasta mayo no subirán las reses a puerto y pensando en esa fecha reclaman infraestructuras para facilitar la vigilancia de las ovejas, como la adecuación de casetas o el arreglo de pistas, algo muy extendido en Francia. “Este verano tendremos allí a la osa, porque ya es su casa”, afirma Antonio Casajús, que ha sufrido varios ataques en los últimos años en el valle de Hecho. “En Aguas (Hecho) y en Estribiellas (Ansó), donde pastan nuestros rebaños, no hay refugio ni pista, de manera que los ganaderos no tenemos fácil acceso para vigilarlos. El año pasado nos prometieron que instalarían una caseta, aunque fuera prefabricada, pero nada”, se lamenta.

Fuente:

https://www.heraldo.es/noticias/aragon/huesca/2022/04/17/los-osos-dejan-sus-primeras-huellas-tras-salir-del-letargo-con-una-poblacion-en-clara-expansion-1567312.html