Una empresa logra por primera vez permiso ambiental para realizar vuelos de heliesquí.

El Inaga emite un dictamen favorable, pero anula algunas rutas y alerta del aumento de actividades con helicóptero.

La empresa del valle de Arán Pyrenees Heliski es la única que realiza la actividad en España.

La práctica del heliesquí en Aragón ya tiene permiso ambiental. Esta actividad, consistente en el traslado a cimas y collados para la realización de descensos con esquís, acaba de obtener el informe favorable del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga). Eso sí, con limitaciones respecto a las rutas de vuelto y condicionada a las posteriores autorizaciones de la Dirección General de Turismo y aquellas que afectan a la responsabilidad civil y los riesgos.

Es la primera vez que se da el visto bueno a esta actividad de turismo activo en Aragón. En España solo la realiza una empresa en el valle de Arán, con entre 450 y 500 vuelos al año. Esta modalidad de esquí, que llegó desde Estados Unidos y Canadá, ha ido a más en Europa. Sin embargo, también tiene sus detractores y está siendo cuestionada en los Alpes.

La propia empresa justificó al Inaga que había trazado los itinerarios más cortos, evitando lugares y áreas críticas para la fauna, especialmente el quebrantahuesos y el urogallo, y los espacios naturales protegidos, donde se restringe el vuelo de aeronaves. La actividad afecta a zonas LIC y ZEPA del valle del Cinca, los monumentos naturales de los glaciares y áreas de los planes de protección del quebrantahuesos y el urogallo, así como el área periférica del Parque Nacional de Ordesa, lo que supone que el vuelo debe realizarse a más de 1.000 metros de la vertical.

La empresa promotora en Aragón es Altituderides, que ya realiza vuelos para bajar con bicicletas de montaña. En octubre solicitó al Inaga autorización para el heliesquí, aportando una lista con 29 itinerarios de vuelo. Todos, a desarrollar en la cabecera del río Cinca, en los municipios de Bielsa, Plan y Tella-Sin, y más concretamente en los valles de Trigoniero, río Real, Barrosa, Pinarra y macizo de Punta Suelza. La mayoría discurren sobre la carretera A-138, en la vertical del túnel Bielsa-Aragonuet. Precisamente, la comarca del Sobrarbe es la única del Pirineo sin estaciones de esquí alpino. Sí tiene cerca, al otro lado de la frontera, las pistas de Piau Engaly, desde donde parten algunos vuelos.

El promotor detallaba los itinerarios de vuelo, pero no los de descenso de los esquiadores, que se eligen dependiendo de las condiciones de la nieve, el riesgo de aludes y el nivel del grupo. Las actividades en esta zona, habitual para los esquiadores de travesía, se realizarían entre el 1 de diciembre y el 30 de abril, con un máximo de 4 días a la semana, en función de las condiciones del tiempo y con un límite de 20 personas por grupo, incluidos guías.

Según el dictamen del Inaga, los principales efectos son las molestias sobre las especies de fauna, principalmente avifauna, pero el descenso de los esquiadores no modifica sustancialmente el entorno, “dado que se trata de una zona donde ya se practica el esquí de travesía y de montaña”. Eso sí, advierte, del incremento paulatino de este tipo de actividades con uso de helicóptero supondrá un nuevo impacto sonoro y visual que se sumará a los ya existentes respecto a los montañeros que actualmente disfrutan del entorno natural “por sus propios medios”. “En caso de que los usuarios se incrementen a futuro mediante el uso del helicóptero, generarán molestias y riesgos que hasta la fecha no se han producido”, alerta el informe.

También recoge que de los vuelos y el esquí pueden derivarse otros riesgos, como los aludes, que pueden afectar a terceras personas, pero aclara, “la empresa promotora será en cualquier caso responsable de los daños”.

El Inaga concluye informando favorablemente la actuación. Eso sí, con limitaciones. En primer lugar, suprime las dos rutas de vuelo con inicio, final o sobrevuelo en el ámbito del Parque de Ordesa y su zona de protección; y anula o modifica seis que discurren a menos de 1 km de distancia de los sectores de nidificación de quebrantahuesos en el valle de Urdiceto.

Respecto a las que sobrevuelan las áreas críticas del urogallo obliga a mantener 1 km de distancia de la vertical, y la misma distancia se aplica a los puntos de nidificación para evitar afecciones a nidos de águila real. Plantea asimismo unificarlas para utilizar el menor número de corredores, evitando la dispersión de ruidos y molestias. También prohíbe la entrada de los esquiadores durante los descensos en las masas boscosas donde habita el urogallo, o que se realicen paradas o concentraciones en roquedos desprovisto de manto nival para evitar afectar a especies de flora amenazada. Por último, obliga a un plan de seguimiento ambiental que incluya los días de actividad, el número de vuelos y esquiadores y los descensos; a recoger las incidencias en informes mensuales; y a tramitar cada año un informe de compatibilidad ambiental.

Hasta ahora, el papel del Gobierno de Aragón se ha limitado a dar el informe ambiental favorable, pero la empresa debe tramitar también los permisos como actividad de turismo activo. Según la DGA, todavía no se ha solicitado esta autorización.

Fuente: Heraldo de Aragón (5-3-2019).