Fallecimiento de Elisabeth

PAC, biodiversidad y regadíos

El tipo e intensidad de la producción agrícola contribuirá al cambio o degradación ambiental a nivel regional y el global.

Por: Juan Antonio Gil Vicepresidente FCQ.

La Política Comunitaria Agraria (PAC) no ha contribuido hasta el momento de forma significativa a la mejora ambiental de las zonas agrícolas (según Tribunal de Cuentas Europeo), ya que estas ayudas públicas, cuyo presupuesto para el periodo 2021-2027 en España será de 47.000 millones de euros, han favorecido modelos agrarios intensivos, como por ejemplo los cultivos implantados en las últimas décadas en la provincia de Huesca de maíz (67.000 ha, la mitad transgénico), alfalfa, arroz (1600 litros/1kg. materia seca) y frutales. En 2019 la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) constató que la intensificación de la agricultura sigue siendo una de las principales causas de la pérdida de diversidad biológica y la degradación de los ecosistemas en Europa. Las especies y los hábitats de interés para la UE durante el período 2013-2018 se han deteriorado en comparación con el período 2007-2012: la proporción de hábitats con un estado de conservación «desfavorable» pasó del 69% al 72 %. La AEMA informó que la agricultura era con diferencia la principal fuente de presión sobre los hábitats de pastizales protegidos de la Red Natura 2000. Se considera que las poblaciones de aves agrarias son un buen indicador de los cambios en la biodiversidad agrícola porque las aves desempeñan un papel importante en la cadena alimentaria y se encuentran en muchos hábitats variados. Las aves de medios agrarios han disminuido desde 1900 en la UE un 34%, como consecuencia del incremento de uso de productos fitosanitarios (los pesticidas son la principal causa de mortalidad de los insectos, gracias a los cuales se polinizan más del 80% de los cultivos), eliminación de márgenes y linderos (debido a las concentraciones parcelarias como las realizadas en las ZEPAS de Monegros), adelanto de cosecha, desaparición de barbechos (1,1 millón ha barbecho España últimos 15 años), esto ha reducido su alimento y también las zonas de refugio y nidificación. En España en el periodo 1996-2016 algunas especies agrarias han sufrido una acusada disminución el sisón -71,73%, la codorniz común -61,63% y el alcaudón real -56,65%.

 

El regadío representa la mayor demanda de agua en España y es una de las principales presiones sobre los ecosistemas acuáticos, por la sobreexplotación y contaminación de acuíferos, degradación de humedales y reducción y alteración de caudales circulantes. Desde 1900 han desaparecido el 64% de los humedales del planeta. La contaminación “difusa” agraria, es proporcional a la intensidad del cultivo y en ella también contibuye la ganadería industrial. Provoca eutrofización y contaminación por nitratos (el 55% de los fertilizantes se liberan a la atmósfera como nitrógeno, óxido de nitrógeno o amoniaco) o plaguicidas de fuentes de agua para abastecimiento humano (2019 Aragón posee 30 localidades donde no se puede beber agua de boca). Además las infraestructuras asociadas a proyectos de regadío (como embalses y trasvases), canalizaciones o concentraciones parcelarias también pueden causar graves impactos ambientales.

Con la modernización de los regadíos y aplicación de tecnologías de manejo y optimización del riego, se han mejorado las producciones, llegándose a reducir el uso de agua a nivel de parcela, sin embargo aumenta casi indefectiblemente el consumo de agua a nivel de cuenca, como han demostrado reiteradamente análisis desarrollados en numerosos casos, incluyendo el español, (Scott et al., 2014; FAO, 2017; Grafton et al.; 2018). Es fácil explicar que el mayor control en la aplicación de agua que permite la tecnificación, aumenta la producción y como consecuencia su uso consuntivo, incluso sin considerar los efectos colaterales frecuentes como son la intensificación de cultivos y aumento de superficie regable, que aún hacen repuntar más el consumo. La reducción efectiva y significativa del consumo de agua es posible, si junto al proceso del proceso de tecnificación se reduce la evapotranspiración de la parcela, lo que significa que:

-Se cambie a otro tipo de cultivo con menos necesidades hídricas (un ejemplo la Quinoa que precisa la mitad de agua que la cebada).

-Se reduzca la superficie de la parcela, reduciendo la producción neta del mismo cultivo.

-Se aplique un manejo y gestión que reduzca la evapotranspiración.

En todo caso, es indudable que el consumo de agua en el regadío (que no hay que confundir con disponibilidad o uso de agua), lejos de disminuir debido a los procesos de modernización, ha aumentado o se mantiene prácticamente igual en la mayor parte de las zonas regables modernizadas, como consecuencia del aumento de producción conseguido y de veranos más calurosos que se están registrando. Por otra parte, las demandas previstas lejos de reducirse o estabilizarse, se han incrementado.

La intensificación o mayor producción que aparece en las explotaciones del regadío tecnificado (especialmente si se introducen dobles cosechas), comporta mayores cantidades de fertilizantes y fitosanitarios incorporados y es fácil tender en su aplicación al exceso ya que, no siendo el agua un factor limitante (precio 0´3-0,4 €/m3), tampoco lo sean aquellos. Un exceso de abonado, será lavado por las precipitaciones naturales, aunque el riego sea extremadamente preciso. La clave para la disminución de la contaminación difusa, tanto en secano, como en todo tipo de regadío, es un buen manejo de los aportes y para ello hace falta sobre todo formación, medios y tecnología específica. Si bien la automatización del riego en las modernizaciones ahorra costes de mano de obra en el manejo del riego, que puede llegar a compensar los costes de los nuevos insumos energéticos, la previsible espiral de crecimiento del precio de la energía conducirá a una nueva merma de rentabilidad y muy posiblemente una inviabilidad de numerosas explotaciones que ahora se encuentran al filo o directamente son deficitarias, incluso sin considerar los costes energéticos, sobreviviendo gracias a los pagos de ayudas públicas directas.

Las Administraciones públicas estatal y autonómica a través de diferentes fondos han invertido entre 1990 y 2015 en Aragón 926 millones euros en nuevos regadíos (53.000 ha Bardenas, Monegros-Cinca y Calanda-Alcañiz), Plan Estratégico del Bajo Ebro Aragonés (PEBEA 20.000 ha río Ebro en su tramo Zaragoza-Fayón) y modernización de regadíos (160.000 ha. 50% de los existentes). El Gobierno de Aragón desde 2016  ha invertido 48 millones de euros en modernización de regadíos, generando una inversión total de 124, con las aportaciones de los regantes, lo que ha permitido modernizar 17.000 hectáreas de regadío. En 2020 el Gobierno de Aragón desbloqueo la transformación de secano a regadío del sector XIII Monegros Sur (Municipios de La Almolda y Pina de Ebro), además de la puesta en marcha de otros 5 proyectos más en las comarcas de Bajo Aragón-Caspe, Campo de Borja, Hoya de Huesca y Somontano de Barbastro, que suman 10.629 hectáreas, con una inversión de 121 millones de €. A dicha inversión el Gobierno de Aragón aportará una subvención máxima del 50%, que suma un total de 55 millones de € pagaderos en 25 años. De este modo, serán las comunidades de regantes las que obtendrán el 100% de la financiación, ejecutarán las obras y, posteriormente, irán recibiendo la subvención a lo largo de 25 años conforme vayan amortizando los préstamos contraídos. Además se pretende aprobar la Ley de Protección y Modernización de la Agricultura Familiar y del Patrimonio Agrario de Aragón, con al cual el regadío se podrá declarar de interés general, que favorece en exclusiva a unos determinados intereses privados de propiedad agraria y que además no considera la conservación del medio ambiente como de interés general.

En la España interior, la que hoy se encuentra despoblada, dispone del 55% de la superficie de regadío del país. La mecanización y concentración de propiedades en el secano y del regadío (como ha sucedido en Monegros, que las concentraciones parcelarias han propiciado la aparición de explotaciones de 400 ha), la falta de alternativas de empleo cualificado, la temporalidad del mismo en cultivos que no requieren laboreo continuado, han sido algunas de las causas, que han propiciado la emigración de la población hacia a centros urbanos. Por ejemplo la Comarca de Monegros posee una población de 20.600 habitantes, con 50 núcleos, en los que tan sólo 6 superan el millar de habitantes, con un 27% de la población de más de 65 años y un 9% extranjera (temporeros). Muchos habitantes de los pequeños núcleos de Monegros trabajan en las cabeceras de Comarca como en Fraga en la fábrica Pficer que posee 600 empleados. Aunque parezca anecdótico, se ha detectado que la automatización del riego, que solo requieran de labores puntales, efectuada mediante programadores, telecontrol o con dispositivos remotos, facilita el desplazamiento de la población, desde las pequeñas poblaciones locales, hasta la ciudad o capital más próxima, que en ocasiones puede interpretarse como un factor de micro-vaciado de entorno rural de proximidad en favor del entorno urbano.

La agricultura ecológica en Aragón ocupa el 3,5% de los cultivos (67.000 ha 1100 agricultores). Los cultivos ecológicos tienen un 30% más de riqueza de especies y un 50% más de abundancia de organismos que las explotaciones convencionales. Para poder llegar al 25% de la superficie habría que invertir mayor porcentaje de presupuesto en el Programa de Desarrollo Rural (PDR), que actualmente solo destina un 2,9%. Además los fondos de la PAC (500 millones anuales en Aragón) deberían ir orientados a los compromisos de reducción de fertilizantes y plaguicidas y adaptación de los cultivos a los nuevos escenarios de cambio climático, lo que supone mayor eficiencia en el uso del agua, diversificación de cultivos de mayor valor añadido y modernización de los sistemas de producción (agricultura de precisión), digitalización y producción agraria. El segundo mayor exportador del mundo de productos agroalimentarios es Holanda (más pequeña que Aragón 80.000 millones de euros en productos agroalimentarios 2018). Por último habría que explorar nuevas oportunidades como la creación de Start-Ups con empresas agrícolas, mediante la implantación de la agricultura hidropónica.