Quebrantahuesos en Teruel

El Espíritu del Quebrantahuesos.

La ilustradora y escritora Shirley Cherry, colaboradora con la organización británica RSPB visito las instalaciones de la FCQ en compañía de Aragón Active de Albella (Huesca). Compartimos con nuestros seguidores su fascinación por el quebrantahuesos y las montañas pirenaicas a través de este fantástico poema redactado por ella misma y traducido al castellano por la presidenta de honor de la FCQ Elisabeth Porthaine.

Gracias a las dos amigas, incluimos las versiones inglés (original) y castellano.

 

Versión original en Inglés:

The Spirit of the Lammergeier

 

Poised on a high crag I wait for an up-draft.
A breeze beckons. I launch myself into the air wings outstretched.
I soar high above the mountain tops of Ordesa in the Spanish Pyrenees, a place I call home.

A landscape formed 500 million years ago when the continents kissed, giving rise to monumental mountains.
The jagged contours moulded and shaped by time and the elements – great glaciers clearing a path before them, the action of water on rock more cosmic than earthly.

From my privileged vantage point I survey the karst scenery below – the rocky outcrops, waterfalls in abundance, tree-lined gorges. I follow the course of the running rivers, where marmots hide under rocks and chamois graze on the grassy uplands.

Man has left his mark on this landscape I call my home.
I see his buildings below me, the animal enclosures, the houses made from the same limestone as the mountains, the green terraces where he grows his crops.

These aspects are benign.

But there is a more sinister side to man’s interface with nature.
There is poison and power lines; there is prejudice and discrimination.
Through his actions he has threatened my kind and brought my numbers close to extinction.
How could man be so brutal, so mean, so blind?

It is prejudice born of ignorance.

I am no threat to man.

On the contrary I am one of nature’s purifiers.

A Lammergeier or bearded vulture, I clear up the bones the other vultures leave behind.

I eat carrion not livestock. I clean not kill.

In times past I was revered.

In Iran I symbolise good luck and happiness.

A king amongst vultures, with my near 3metre wingspan I ride the thermals with ease, tendrils spread out like fingers, curling up to catch the wind. Great shadows follow me as I fly.

Circling high up above the mountains I commune with the clouds. Other vultures soar with me in the thin air. We scan the ground below with our keen eyes for the next meal. When food appears we descend en mass. Talons outstretched as we land.

But I am the last one to the feast. I wait till the other vultures have had their fill of blood and gore, then pick up the bones. I fly up and drop them from a great height to break them. Returning to the ground to swallow them.

Hence my name ‘the bone breaker.’

Who else but me is going to tidy up bones? Mother Nature has given me a specific task to perform, a skill honed through thousands of years of evolution. Yet man’s actions often interferes with this grand master plan, upsetting the equilibrium.

I am a Bearded Vulture (Gypaetus barbatus),

I live amongst the high crags all seeing.

I speak the ancient language of the mountains.

My spirit is like the heartbeat of the Pyrenees it whispers ‘Lammergeier’ to the winds.

Treasure me, don’t lose me.

Shirley Cherry

 

 

Versión traducida al castellano:

 

El Espíritu del Quebrantahuesos

En equilibrio en un peñasco alto, espero una corriente ascendente. Una brisa me llama. Me lanzo al aire con las alas extendidas. Me elevo por encima de las cimas de las montañas de Ordesa en los Pirineos, un lugar al que llamo hogar

Un paisaje formado hace 500 millones de años cuando los continentes se besaron, dando lugar a montañas monumentales. Los contornos irregulares moldeados y forjados por el tiempo y los elementos: grandes glaciares que despejan su camino, la acción del agua sobre las rocas es más cósmica que terrenal.

Desde mi posición privilegiada, examino el paisaje kárstico abajo: los afloramientos rocosos, cascadas en abundancia, gargantas arboladas. Sigo el curso de los ríos de la montaña, donde las marmotas se esconden debajo de las rocas y la gamuza pasta en las tierras altas cubiertas de hierba.

El hombre ha dejado su huella en este paisaje que llamo mi hogar. Veo sus edificios debajo de mí, los recintos de animales, las casas hechas de la misma piedra caliza que las montañas, las terrazas verdes donde cultiva sus cultivos.

Estos aspectos son benignos.

Pero hay un lado más siniestro en la acción del hombre con la naturaleza. Hay veneno y líneas eléctricas; Hay prejuicios y discriminación. A través de sus acciones, ha amenazado a mi especie y mi población ha estado próxima a la extinción. ¿Cómo podía el hombre ser tan brutal, tan malo, tan ciego?

Es un prejuicio nacido de la ignorancia.

No soy una amenaza para el hombre.

Por el contrario, soy uno de los purificadores de la naturaleza.

Un Quebrantahuesos o buitre barbudo, elimino los huesos que dejan los otros buitres.

Como carroña, no ganado. Limpio, no mato.

En tiempos pasados ​​fui venerado. En Irán simbolizo buena suerte y felicidad.

Un rey entre los buitres, con mi envergadura de cerca de 3 metros, remonto las térmicas con facilidad, las plumas extendidos como dedos y agrupándose para atrapar el viento. Grandes sombras me siguen mientras vuelo.

Dando vueltas por encima de las montañas me comunico con las nubes. Otros buitres vuelan conmigo en el aire. Escaneamos el suelo debajo con nuestros agudos ojos para la próxima comida. Cuando aparece la comida, descendemos en masa. Garras extendidas cuando aterrizamos.

Pero soy el último en la fiesta. Espero a que los otros buitres se llenen de sangre y tripas, luego recojo los huesos. Vuelo hacia arriba y los dejo caer desde una gran altura para romperlos. Volviendo al suelo para tragárlos.

De ahí mi nombre “el rompehuesos”.

¿Quién más que yo va a ordenar los huesos? La Madre Naturaleza me ha dado una tarea específica a ejecutar, una habilidad perfeccionada a través de miles de años de evolución. Sin embargo, las acciones del hombre a menudo interfieren con este gran plan maestro, alterando el equilibrio.

Soy un buitre barbudo (Gypaetus barbatus),

Vivo entre los altos riscos y lo veo todo.

Hablo el antiguo idioma de las montañas.

Mi espíritu es como el latido del corazón de los Pirineos, susurra “Quebrantahuesos” a los vientos.

Atesórame, no me pierdas.

Shirley Cherry

(traducido al castellano por Elisabeth Porthaine)