Quebrantahuesos muerto

Se llamaba Masía y la mató un molino eólico.

La muerte de una hembra de quebrantahuesos golpeada por un aerogenerador viene a confirmar el peligro para la naturaleza de instalar parques eólicos en áreas de alto valor ecológico.

Observar la silueta del quebrantahuesos sobrevolando los valles del Pirineo, frente a los formidables cortados rocosos que llevan a sus cumbres, es una de las imágenes más impresionantes de la naturaleza española. Con sus casi tres metros de envergadura, esta portentosa rapaz, a la que los ornitólogos clasifican con el nombre de Gypaetus barbatus (el buitre barbudo), es una de las especies más emblemáticas de la fauna europea, y también una de las más amenazadas de toda la UE.

Desaparecido de las grandes cordilleras europeas, la UE destina desde hace años una importante cantidad de fondos y recursos para salvar a la especie. Y buena parte de ellos vienen a parar a España, donde reside la población más estable de esta rapaz y donde, gracias al trabajo de las instituciones científicas y los grupos conservacionistas, se está logrando recuperar poco a poco. Actualmente, gracias a esa colaboración y al apoyo de Bruselas, el quebrantahuesos no solo mantiene y aumenta su presencia en la cordillera pirenaica, sino que se ha logrado reintroducir con éxito en algunos de sus antiguos territorios: como los Picos de Europa y las serranías andaluzas.

Como en el caso del lince ibérico, la colaboración entre administraciones, científicos y conservacionistas también está salvando al quebrantahuesos. Y una de las entidades que dedica mayores esfuerzos a tal fin es la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ), que tiene entre sus principales tareas la de identificar las amenazas y prevenir los riesgos que pueden poner en peligro la recuperación de la especie.

Tanto la FCQ como el resto de organizaciones conservacionistas venían advirtiendo desde hace años que una de las mayores amenazas para las aves es la instalación de parques eólicos mal concebidos y sin las correctas e imprescindibles evaluaciones ambientales. Y por desgracia este verano hemos comprobado hasta qué punto esa amenaza era cierta tras registrarse la primera muerte de un quebrantahuesos en un parque eólico.

El suceso tuvo lugar este junio en un parque eólico ubicado en la comarca del Maestrazgo: en la linde de la provincia de Castellón con la de Teruel. Era una joven hembra, se llamaba Masía y formaba parte del proyecto Life Pro-quebrantahuesos, dirigido por la FCQ y financiado por los fondos LIFE de la Unión Europea, para la recuperación de la especie en su antigua área de distribución en la península ibérica.

Tal y como informa la FCQ, Masía había sido liberada en el Maestrazgo en julio de 2022. Poco después de su liberación se anunció la aprobación de un polémico megaproyecto eólico en la comarca. Un plan de desarrollo que comprendía la instalación de más de una veintena de parques eólicos sumados en un clúster junto a los de las comarcas limítrofes, buena parte de los cuales afectaban a zonas incluidas en la Red de espacios protegidos Natura 2000 de la UE. Algunos grupos políticos como Teruel Existe y la CHA no dudaron en calificar dicho proyecto como «un auténtico ecocidio« que iba a causar «un destrozo brutal en zonas muy valiosas en las que habitan especies en peligro de extinción».

Pese a ello, pese a la oposición de los partidos regionalistas, pese a las protestas sociales que generó en el territorio y pese a quedar demostrado que el despliegue de los molinos afectaba gravemente a parajes con una alta densidad de paso de grandes rapaces (buitres, águilas, halcones y milanos), el plan se ejecutó. En consecuencia, el pasado otoño la FCQ y sus socios del proyecto Life Pro-quebrantahuesos se vieron obligados a suspender el proyecto de reintroducción en la comarca turolense, lo que supuso a su vez la cancelación de todas las iniciativas de empleo rural que se habían puesto en marcha en la zona para promover la economía local de manera sostenible, fijar población y contribuir al reto demográfico, sin renunciar a su patrimonio natural y al alto valor histórico y cultural del paisaje.

Molinos contra natura

Uno de los parques eólicos que se levantaron en la zona donde se iba a reintroducir el quebrantahuesos fue el de Refoyas, con 33 aerogeneradores y 49.500 kW de potencia, desarrollado y operado por Acciona Energía y situado a tan solo 25 kilómetros del punto en el que fue liberada Masía, a la que se le instaló una baliza satelital para tenerla en todo momento localizada y conocer así sus movimientos.

El pasado 6 de junio, el transmisor de la rapaz dejó de señalar movimiento para detenerse en un punto inmóvil junto al parque eólico. Temiéndose lo peor, un equipo formado por técnicos de la FCQ y Agentes para la Protección de la Naturaleza de Aragón se desplazaron hasta la zona y localizaron el cadáver mutilado de Masía tendido en el suelo, a 40 metros de uno de los aerogeneradores. Tras ser trasladado al Centro de Recuperación de Fauna silvestre La Alfranca, dependiente del Gobierno de Aragón, la autopsia confirmó que la muerte del animal se debió a los politraumatismos severos causados por las palas de la turbina, denunciándose los hechos ante la Fiscalía de Medio Ambiente.

Para la FCQ la muerte de Masía supone la desaparición del último ejemplar de quebrantahuesos que regresó a sobrevolar el Maestrazgo, un hito esperanzador al que se habían dedicado muchos esfuerzos y recursos, y evidencia «el impacto mortal que los complejos eólicos mal concebidos tienen sobre la biodiversidad española«. Para Gerardo Báguena, director del proyecto de reintroducción de esta especie amenazada, «el actual despliegue eólico en áreas de gran valor ecológico, sin las pertinentes medidas tecnológicas que reducen la mortalidad de las aves, pone en riesgo los esfuerzos invertidos por instituciones europeas y nacionales, centros de investigación y oenegés en el propósito de recuperar especies amenazadas».

Renovables responsables

A raíz de estos hechos el pasado mes de julio el diputado de la CHA en el Congreso, Jorge Pueyo, dirigió una batería de preguntas parlamentarias al Gobierno de España para conocer, entre otras cuestiones, «¿Qué valoración hace el Gobierno de la muerte de una quebrantahuesos en la provincia de Teruel a causa del impacto de un aerogenerador? ¿Qué medidas va a adoptar el Gobierno para intentar que hechos como este no puedan volver a repetirse o, al menos, para reducir en el futuro la mortalidad de aves en los parques eólicos

El diputado aragonesista también se interesó en saber si «el Gobierno tiene prevista alguna medida para verificar las cifras de animales muertos que ofrecen las consultoras ambientales que trabajan al servicio de las empresas energéticas» y si estaba dispuesto a «garantizar el cumplimiento del protocolo de actuación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para aerogeneradores conflictivos vinculados a la mortalidad de aves amenazadas o en peligro de extinción».

La pregunta aludía a la posible falta de rigor y claridad de los informes elaborados por consultoras ambientales para las empresas eólicas que contratan sus servicios respecto a la mortandad de aves. Respecto a este tema, un artículo publicado este mes de agosto en la revista Quercus (número 461, página 43) citaba datos oficiales al denunciar que, solo en Aragón y Navarra y tan solo en un año (2021-2022), murieron por colisión con aerogeneradores 1.080 buitres leonados, 5 alimoches, 24 águilas reales, 69 milanos reales, 198 milanos negros, 48 águilas calzadas y 196 cernícalos primillas, entre muchas más especies protegidas, algunas de ellas amenazadas de extinción.

La amenaza es perfectamente seria y exige un replanteamiento del cómo, dónde y a qué velocidad se deben desplegar las energías limpias en España, más allá de los fuertes intereses económicos que se han creado en torno a ellas y que parecen primar en algunos representantes del sector, especialmente tras la fuerte entrada de fondos de inversión que, a pesar de las normativas comunitarias al respecto, rehúyen de su responsabilidad ambiental.

No se trata de poner trabas a la eólica, sino de evitar que su despliegue resulte incompatible con la conservación de la naturaleza.

Y no, no se trata de aprovechar este tipo de situaciones para señalar falsos conflictos entre ecologistas. Las organizaciones ambientales, que fueron las primeras en promoverlas y darles apoyo, siguen apoyando la transición energética y defendiendo un desarrollo responsable de las renovables. Por eso piden que la lucha contra el cambio climático y la biodiversidad se afronte de manera conjunta, entendiéndola como un mismo reto y evitando que la consecución de un objetivo entre en conflicto con el otro.

Reclaman, entre otras cosas, que las evaluaciones de impacto ambiental que deben acompañar a los proyectos de instalación de parques eólicos y fotovoltaicos y las pruebas técnicas para su aprovechamiento, tanto en tierra como en mar, se realicen bajo criterios científicos independientes y atendiendo al requerimiento legal y moral de preservar los espacios protegidos y la biodiversidad que albergan. Solo así lograremos cumplir con el mandato europeo de restaurar la naturaleza, tal y como se proponía llevar a cabo la FCQ con la tristemente fallida reintroducción del quebrantahuesos en el Maestrazgo.

Fuente:

https://blogs.elconfidencial.com/medioambiente/ecogallego/2024-09-01/quebrantahuesos-eolica-aerogeneradores_3951718/