Quebrantahuesos muerto

El negacionismo climático es políticamente rentable, pero socialmente suicida.

Solo mentes sin la más mínima cualificación profesional pueden negarse a ver una realidad tan problemática como inexorable.

El negacionismo climático rechaza la evidencia científica sobre la mayor crisis de la historia humana. 

El calentamiento global es el mayor problema al que se enfrenta la humanidad. Un problema real, un problema grave y no un problema ideológico. Ramón Margalef decía que la esencia de la ciencia era “hacerse una buena pregunta e intentar responderla”. En el actual contexto la pregunta es evidente: ¿es una buena idea dejar que los negacionistas climáticos lleguen a gobernarnos?

La Ciencia, más que cualquier otra de las actividades humanas, es un empeño colectivo. Desde hace mucho tiempo cualquier avance que consigue un científico se debe a una infinidad de pasos adelante dados previamente por un gran número de investigadores anteriores. Aunque nos gusta buscar protagonistas individuales a los que dar el Premio Nobel, en realidad la Ciencia es la historia de grupos de investigación entrelazados de forma compleja con muchos otros grupos de científicos por todo el mundo. Asimismo, cada descubrimiento que hoy nos parece crucial no es más que el inicio de otra larga serie de avances que vendrán después. Por eso se dice que la Ciencia avanza «subida a hombros de los gigantes” que nos precedieron. Ya en 1621 Robert Burton, un erudito profesor de la Universidad de Oxford, escribió que en cuestión de Ciencia incluso “un enano subido a los hombros de un gigante puede ver más lejos que el propio gigante”.

Evidencias históricas

En este sentido, mucha gente cree que las advertencias de los científicos sobre el calentamiento global son algo reciente. Pero la verdad es que decenas de miles de investigadores de prestigiosas universidades y organismos públicos y privados de investigación de docenas de países, llevan cerca de 200 años estudiando el calentamiento global antropogénico y sus consecuencias. De hecho, desde que comenzó la quema masiva de carbón mineral durante la Revolución Industrial muchos científicos experimentaron sobre el tema sacando interesantes (y acertadas) conclusiones. Entre los que subidos a “hombros de gigantes” consiguieron ver más lejos, por ejemplo, Jean-Baptiste Fourier publicó en1827 una interesante monografía sobre los delicados equilibrios en la temperatura del planeta; la científica Eunice Newton culminó en 1856 una larga serie de experimentos que probaron que el dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero. Poco después, John Tydall (1859) advirtió que los cambios en la concentración de dióxido de carbono, acabarían trayendo importantes variaciones climáticas en la Tierra. Podríamos seguir con muchos de estos pioneros del estudio del calentamiento global antropogénico en el siglo XIX. Tal vez el más conocido es Svante Arrhenius (que ganaría el Premio Nobel) y que en 1896 realizó estimaciones bastante precisas de cómo la quema de combustibles fósiles terminaría incrementando tanto la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera que daría lugar a un peligroso calentamiento global que podría poner en peligro nuestra propia supervivencia.

Primeros negacionistas

Además de su importante aportación científica, Arrhenius se esforzó para que su trabajo trascendiese al mundo académico y sirviese para convencer del peligro del calentamiento global a políticos, empresarios y personas influyentes. Y chocó de frente con los primeros negacionistas. Desde entonces decenas de miles de científicos han realizado miles de millones de medidas precisas (obtenidas mediante las técnicas más sofisticadas que incluyen análisis de isótopos estables, sensores remotos, recogida de datos desde satélites, estaciones meteorológicas, sensores oceanográficos y un largo etc.), y publicado una ingente cantidad de artículos sobre el calentamiento climático antropogénico. Asimismo, los modelos predictivos sobre calentamiento global han acertado sobradamente en sus previsiones, aunque a menudo se han quedado cortos debido a un exceso de prudencia (a nadie le hace gracia ser el mensajero de tan malas noticias). 

Tan cierto como la gravedad

Que el actual calentamiento climático se produce por la quema de combustibles fósiles es un hecho científicamente tan bien probado como la ley de la Gravitación Universal, la Ley de la Conservación de la Energía o el Segundo Principio de la Termodinámica. Uno es libre de creer, o no, en la Ciencia, pero su vida transcurrirá con las restricciones que la gravedad impone incluso a los que no saben que existe; por más esfuerzo que se dedique al tema, jamás se conseguirá construir un móvil perpetuo de primera especie (pese a que en Youtube abunden los diseños sobre máquinas de movimiento continuo que producen energía ilimitada sin fin). Pero al contrario de lo que ocurre en las revistas científicas especializadas (donde cada artículo pasa por un complejo proceso de revisión por pares y los artículos que no tienen suficiente nivel son rechazados -y en la mejores revistas las tasas de rechazo pueden superar el 90%-), en las redes sociales cualquiera puede publicar lo que quiera sin que exista el más mínimo filtro de calidad o veracidad.

Redes sociales manipuladas

Las redes sociales se han convertido en el entorno ideal para que los numerosos bulos promovidos por negacionistas y amantes de teorías conspiranoicas de todo tipo lleguen a viralizarse. Pero por más gente que crea en ellos seguirán siendo falsos. Cualquiera puede leer un bulo en redes sociales sin mayor problema. Pero leer y entender un artículo científico (e incluso un artículo de divulgación) es muy difícil pues requiere conocimientos previos y mucho esfuerzo. Por eso la muchísima gente consigue su información en redes sociales en vez de usar fuentes más rigurosas y contrastadas. Pero más pronto que tarde muchos de estos bulos chocan con el trabajo de científicos que los desmienten. Entonces los constructores de bulos, sin la menor preparación e incapaces de argumentar de manera rigurosa “pasan a la acción”.

Insultos y amenazas a científicos españoles

Por ejemplo, desde hace algún tiempo el personal de la AEMET está sufriendo continuos insultos y amenazas en las redes sociales con frases como “asesinos”, “criminales”, “miserables”, “sicarios de la información al servicio del mal”, “manipuladores” “os estamos vigilando” y “lo pagaréis”. Los agravios e intimidaciones a los empleados públicos de la AEMET por su trabajo de información científica y divulgación han llegado a tal extremo que la institución pide respeto hacia su personal. Un respeto que están muy lejos de conseguir. Pese a todo la AEMET comunicó que “seguiremos trabajando, continuaremos informando y compartiendo conocimientos”. Hace ya 150 años que el gobierno de España cuenta con organismos públicos dedicados al Servicio Meteorológico Nacional. En 2008 el antiguo Instituto Nacional de Meteorología se organizó como la nueva Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Entre sus objetivos está el contribuir a la protección de vidas y bienes a través de la adecuada predicción y vigilancia de fenómenos meteorológicos adversos contribuyendo a la seguridad de personas y bienes, y al bienestar y desarrollo sostenible de la sociedad española mediante una estrategia de fortalecimiento de la excelencia científico-tecnológica. También realiza una labor de divulgación científica en el ámbito de la meteorología y el clima. La AEMET no posee ninguna participación en sociedades mercantiles, fundaciones u otras entidades públicas o privadas. Cifras aterradoras en Madrid Indudablemente proteger vidas de las condiciones climáticas adversas es muy relevante especialmente con el calentamiento climático. Por ejemplo, la prestigiosa revista Nature Medicine publica el resultado de un elaborado estudio internacional sobre las muertes por calor en Europa durante el verano de 2022, el más cálido desde que se tienen registros. Las cifras son aterradoras: según los registros durante ese verano el calor mató a 61.672 europeos. Nuestro país es, tras Italia, el segundo con más muertes (un total de 11.324). Dentro de España la Comunidad de Madrid es, con mucho, quien tiene las peores cifras tanto en total de muertos (11.324) como en tasa de mortalidad (237 muertes por millón de habitantes). Para darnos una idea de la gravedad de estas cifras, vale la pena recordar que durante los 3 años que duró la pandemia de Covid-19 fallecieron oficialmente en nuestro país un total de 2.507 personas por cada millón de habitantes. No es de extrañar que la Unión Europa nos advierta severamente de que tenemos que aumentar la ambición y la efectividad de los planes de prevención y adaptación al calor con la máxima urgencia. No en vano existe un consenso científico de que el calentamiento climático antropogénico es el mayor peligro al que se enfrenta la humanidad

Trivialización política

Ante esta terca realidad, una parte significativa de la derecha (recordemos por ejemplo a Mariano Rajoy negando el cambio climático con el sólido argumento de que se lo dijo su primo, o a Isabel Díaz Ayuso trivializar sobre el calentamiento climático porque en Madrid siempre hizo calor en verano) y la práctica totalidad de la ultraderecha siguen defendiendo posturas negacionistas. Son quienes dan alas a los que insultan a los profesionales de la AEMET. Solamente mentes incapaces, enfermas -drogadas por una ideología extrema-, y sin la más mínima cualificación profesional pueden negarse a ver una realidad tan problemática como inexorable. Una realidad que tiene no solo efectos sobre nuestra salud y pone en riesgo nuestra vida, sino que también afecta a nuestra economía. Según David DeWitt, director del Centro de Predicción del Clima de la National Oceanographic and Atmospheric Administration, hay una probabilidad de que durante el próximo invierno el fenómeno del Niño tenga un gran efecto. Una ingente masa de agua cálida llegará por el Pacífico hasta las costas de Sudamerica alterando el clima a nivel mundial. Una serie de estudios de economistas advierten que, de cumplirse estas predicciones, tendría un coste económico global de 3.4 billones de dólares. Estados Unidos perdería 699 mil millones de dólares. Pero muchos países asiáticos y sudamericanos podrían sufrir una recesión climática de alrededor del 10% de su PIB.

Bolsillos afectados

En lo que toca a nuestro bolsillo, un estudio realizado por un consorcio internacional de grandes compañías de seguros sitúa a España como el país europeo donde sus habitantes tienen el mayor riesgo de perder la casa por efecto del cambio climático. Muchos seguros de casas tienen ya letra pequeña por la que la compañía no se hace cargo de los daños producidos por fenómenos climáticos extremos. Indudablemente el calentamiento climático es el mayor problema al que se enfrenta la humanidad. Un problema real, un problema grave y no un problema ideológico. Uno de los científicos más influyentes de este país, el Profesor Ramón Margalef, decía que la esencia de la ciencia era “hacerse una buena pregunta e intentar responderla”. En el actual contexto la pregunta es evidente: ¿Es una buena idea dejar que los negacionistas climáticos lleguen a gobernarnos?

Referencias:

Ballester, J., Quijal-Zamorano, M., Méndez Turrubiates, R.F. et al. Heat-related mortality in Europe during the summer of 2022. Nat Med (2023). https://doi.org/10.1038/s41591-023-02419-z

Martínez-Solanas, È. et al. Projections of temperature attributable mortality in Europe: a timeseries analysis in 147 contiguous regions. Lancet Planet. Health 5, e446–e454 (2021).

Perkins-Kirkpatrick, S. E. & Lewis, S. C. Increasing trends in regional heatwaves. Nat. Commun. 11, 3357 (2020).

European State of the Climate 2022Copernicus.

C. W. CALLAHAN  AND J S. MANKIN. Persistent effect of El Niño on global economic growth. SCIENCe  2023 Vol 380, Issue 6649 pp. 1064-1069

DOI: 10.1126/science.adf2983

Fuente:

https://www.elperiodicodearagon.com/tendencias21/2023/07/13/negacionismo-climatico-politicamente-rentable-socialmente-89821684.html