Sin aves carroñeras aumentan las emisiones de CO2.

El brote de encefalopatía espongiforme bovina, más conocida como la enfermedad de las vacas locas, supuso un antes y un después en la gestión del ganado muerto. La legislación sanitaria europea de 2002/1774/EC, que surgió a raíz de la enfermedad, obligó a los ganaderos a almacenar los cadáveres en sus explotaciones ganaderas y a destruirlos en plantas especializadas. Las aves carroñeras dejaron entonces de contribuir a su eliminación. Un estudio, publicado en Scientific Reports y liderado por la Universidad de Miguel Hernández (UMH) de Elche, demuestra que la suplantación del servicio ecológico proporcionado por los carroñeros desde hace miles de años supone un aumento “sin precedentes” de la emisión de gases de efecto invernadero en España, hogar del 95% de los buitres europeos. Los investigadores han estimado en 77.344 toneladas de CO2 la cifra de emisiones a la atmósfera generada a raíz del transporte de los cadáveres hasta las plantas donde son incinerados. Los casi 50 millones de kilómetros recorridos por las empresas para eliminar las reses muertas del ganado extensivo han generado esta cantidad de gases de efecto invernadero. Los kilómetros recorridos para eliminar las reses muertas del ganado extensivo generan gran cantidad de gases de efecto invernadero “Esto supone un 0,1% del total de emisiones por transporte en 2012 e implicaría el 25% de las emisiones derivadas del cultivo de arroz o el 8% de la industria química”, declara el equipo de investigación, coordinado por José Antonio Sánchez-Zapata, investigador en el departamento de Biología Aplicada de la UMH. Para los científicos esta cifra es “un mínimo” ya que solo incluye las emisiones generadas por el transporte del ganado. Quedan excluídas las emisiones generadas por la incineración y el tratamiento de los cadáveres. Las áreas remotas y montañosas como los Pirineos y la zona más occidental de España mostraron mayores niveles de emisiones, sobre todo por el alto número de reses, pero también por estar a mayor distancia de las plantas especializadas. “Sin embargo, estas áreas son paradójicamente las mejor conservadas de Europa debido a la alta densidad de buitres”, apuntan los científicos. A esto se añade el gasto económico de la retirada industrial de las reses muertas: “Supone unos pagos anuales de los ganaderos y de las administraciones públicas a las compañías de seguros de alrededor de 40 millones de euros”, aseguran los investigadores. Las aves carroñeras, un bien para la naturaleza y la economía En marzo de 2011 se estableció una nueva normativa (2011/142/CE) que permite a los ganaderos abandonar los cadáveres de ganado extensivo en ciertos lugares. Sin embargo, una parte importante de los cuerpos es aún retirada de las explotaciones ganaderas por empresas autorizadas, conforme a lo dispuesto por la normativa anterior. Según el equipo de investigación, en el que participan investigadores de la Universidad Pablo de Olavide, Complutense de Madrid, Lleida y la Estación Biológica de Doñana (CSIC), con la puesta en marcha de la primera normativa de 2002 se produjo “un considerable descenso en la disponibilidad de alimento para las especies carroñeras”. Esto ha supuesto importantes efectos negativos sobre la población de buitres en España. Por esta razón, los científicos sugieren un argumento a favor de los sistemas tradicionales y naturales de eliminación de los cadáveres de ganado por parte de los carroñeros, “con el objetivo de conservar la biodiversidad y los servicios que ésta proporciona”. “Mediante la eliminación de cadáveres, los carroñeros benefician a los humanos, por ejemplo, a través del control de enfermedades pero también ayudan de forma indirecta a reducir los niveles de CO2 emitidos a la atmósfera”, subrayan los investigadores. Además, España es uno de los países de Europa con mayor deuda económica para cumplir el protocolo de Kyoto. Las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del sector transporte se han incrementado un 43,7% de 1990 a 2012. En la actualidad, estas emisiones representan el 23,7% del total de las emisiones de CO2 en España. “La sustitución del servicio ecológico proporcionado por los carroñeros por uno artificial supone un incremento innecesario en la emisión de gases de efecto invernadero que debe ser considerado, tanto desde el punto de vista ecológico como económico”, confirma el trabajo. Los científicos concluyen que “con la conservación de los carroñeros se mantiene la biodiversidad a nivel mundial y se conservan los diversos servicios que proporcionan”. Fuente: http://www.agenciasinc.es/