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Necesitamos un cambio económico para una transición social y ambiental justa

A lo largo de la historia han caído diferentes imperios como el Romano, Español, Británico, etc., al mismo tiempo que cambiaban las economías: el trueque circunscrito a la agricultura y ganadería, la economía mercantil con la difusión de la moneda, la letra de cambio y los pagares; y el capitalismo. Este último tiene varios límites, ya que los recursos no son ilimitados como los minerales, petróleo y genera residuos, como por ejemplo el CO2, debido a los combustibles fósiles, que está provocando un acelerado cambio climático, debido al calentamiento de la atmósfera.

Conscientes de ello los mandatarios mundiales acordaron en 2015 en París reducir las emisiones a nivel mundial. Sin embargo, el acuerdo no tuvo en cuenta, que hasta la fecha hemos extraído la mitad del petróleo (su pico se alcanzó en 2006, momento de máxima extracción) y que para no superar los 3-4 Cº de subida de temperatura, que haría inviable el cultivo de alimentos en muchas regiones del mundo, no habría que extraer 1/3 de lo que queda.

Los problemas de la economía convencional

La economía convencional nos transmite una única forma de ver el mundo, a través del mercado y de la monetización creciente de todos los ámbitos de nuestra vida. Vivimos en un planeta en el que cientos de millones de personas sufren la crisis socio ambiental. Recordemos 820 millones de personas pasan hambre en el mundo y 1/3 de los alimentos que se producen van a la basura. Mientras tanto el poder y la riqueza se concentra en cada vez menos personas: 43 multimillonarios poseen la misma riqueza, que suman 3800 millones de personas.

El proceso económico es circular: empresas, mercado de trabajo, hogares y bienes y servicios, funciona como el metabolismo humano: capta energía, la digiere para crear bienes y servicios y excreta residuos, de los solo se reciclan mundialmente el 6%.

Una economía que no valora los recursos naturales

Uno de los problemas de la economía actual es que sigue sin valorar adecuadamente los recursos naturales, por ejemplo el agua que se utiliza masivamente para realizar bienes, se factura monetariamente de manera muy minoritaria: 1 metro cúbico de agua (1000 litros) cuesta de media en España 1,95€.

Autor: JA Gil

Las externalidades

Un país necesita un crecimiento económico de entre el 1% y el 2% para crear empleo y todos queremos tener trabajo. Este crecimiento hace referencia al aumento de la producción de bienes y servicios y al aumento del consumo de energía (que produce calor). Crecer económicamente supone producir más cada año y consumir más. Además , el sistema genera la creación artificial de necesidades de consumo, con el objetivo de mantener un nivel de producción constante, que a su vez crea efectos indirectos positivos (por ej. vacunas) y negativos (por ej. contaminación), llamados externalidades.

El marco de referencia de crecimiento económico de un país es el Producto Interior Bruto (PIB). El problema reside en que la contabilidad macroeconómica (PIB) no toma en cuenta los componentes socio ambientales y no valora el hecho de que la economía esté incluida en la biosfera.

La economía actual no refleja en el precio el coste actual y futuro de las externalidades ambientales negativas. Por ejemplo, el carburante de la aviación está prácticamente exento de impuestos, aunque supone el 3% de las emisiones de transporte en España. Un pasajero que se desplaza en tren emite 14 gramos de dióxido de carbono por kilómetro, frente a 285 gramos si se mueve en avión y recordemos que al año se producen 40 millones de vuelos al anules mundiales. En un vuelo cuyo coste es 40€, no estamos pagando las externalidades del CO2 emitido.

El crecimiento económico no puede crecer por encima del sistema que lo alberga, una biosfera finita. Además depende de la existencia de unos sistemas ecológicos, que proporcionan recursos y sumideros insustituibles e indispensables para los sistemas socio económicos y para el propio bienestar y salud de las personas.

El crecimiento sostenido es imposible en un sistema finito, por ello el “crecimiento sostenible” posee grandes contradicciones. Sin embargo, sí se puede y se debe transitar hacia modelos sociales que reduzcan su consumo material y energético, a la vez que incrementen las relaciones comunitarias.

La huella ecológica

Mientras no se incorpore a la economía el concepto de huella ecológica, que es la superficie que tiene un país para satisfacer sus bienes y servicios y absorber todos los residuos de CO2, las economías colapsarán. Ahora mismo nuestras emisiones superan la superficie necesaria del planeta para absorberlas necesitando 1,5 planetas. Actualmente, los habitantes de la UE ocupan 5 hectáreas por persona y son los habitantes de USA los que mas huella ecológica generan.

Todo esto implica que debemos transitar en lo nacional, regional y local hacia otro modelo económico. Ello implicará una estrategia de redistribución de bienes y servicios, de tiempo de trabajo y ocio y de fomento de relaciones y la cooperación. Sin energías renovales, redistribución, autocontención (vivir mejor con menos) y regulación democrática, el futuro de nuestras comunidades estará comprometido. Habría que prescindir de una vez del PIB como objetivo de política económica, reducir la huella ecológica y la desigualdad social, económica y ambiental. Para ello las decisiones políticas deben ser valientes, marcando nuevos modelos económicos.

Algunas ideas en políticas sectoriales deberían ir encaminadas a una mayor sostenibilidad, basada en una mejor gestión de recursos agua y energía, modelo alimentario de agricultura ecológica y reconversión industrial con una producción limpia;  igualdad, es decir un reparto de renta equilibrada, reforma fiscal con tipos impositivos ecológicos, mejor reparto del trabajo y tiempos y refuerzo servicios sociales; y democracia económica basadaen el cooperativismo y nuevos modelos de banca y financiación.

Una transición social y ambiental justa

Muchos poseemos serias contradicciones, entre no renunciar a nuestro actual modo de vida y al mismo tiempo solicitar profundos cambios económicos. Por ello hace falta una fuerte reflexión social y política para proponer cambios en la economía nacional y regional, con una transición social y ambiental justa, en la que el PIB dé paso a un indicador eco social.