Juan Antonio Gil: “Me quiebra los huesos defender el territorio con criterios de sostenibilidad”.
Juan Antonio Gil es miembro creador de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ), que nació en 1995. Ha colaborado en varios estudios e investigaciones de diferentes especies pirenaicas como el urogallo, el gorrión alpino o el mochuelo boreal, entre otros. Naturalista de campo y gran conocedor y amante del Pirineo aragonés, donde desarrolla su labor profesional dirigiendo y coordinando acciones y programas de seguimiento, conservación, sensibilización, gestión, desarrollo rural y defensa ambiental. En el corazón de Juan Antonio Gil está Sobrarbe y su querido Aínsa, municipio en el que fijó su residencia cuando tenía 18 años y desde el que trabaja para la conservación de la naturaleza y el desarrollo socioeconómico del mundo rural. Defender el territorio con criterios de sostenibilidad, sacar adelante los proyectos de la FCQ y trabajar para mejorar las condiciones de su comarca es lo que le “quiebra los huesos” a este naturalista de campo, amante y gran conocedor del Pirineo. Desde la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ) lleva trabajando casi treinta años en proyectos de conservación de la biodiversidad en los hábitats de montaña en los que vive el quebrantahuesos.
¿Es el Alto Aragón el lugar ideal para que nidifiquen estas aves?
-Especie ligada a las montañas, los Pirineos oscenses son un lugar privilegiado, ya que poseen un paisaje rico y variado con pastizales, zonas de matorral, bosquetes y cortados rocosos donde poder ubicar sus nidos entre los 500 y los 2.500 metros de altitud.
La provincia ha alumbrado a personajes ilustres que han destacado en el mundo de la ciencia, las letras y las artes. Si tuviera que ponerle el nombre de estas personalidades al próximo polluelo que nazca, ¿cuál sería?
-O el naturalista Félix de Azara o el geólogo Lucas Mallada.
Su lugar favorito del Alto Aragón para disfrutar del avistamiento de quebrantahuesos es..
.-Y uno de los mejores sitios del mundo para la observación de esta especie son las Gargantas de Escuaín, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
De todas las aves que ha investigado a lo largo de su carrera, ¿cuál diría que representa mejor el espíritu y el carácter de los altoaragoneses y altoaragonesas?
-Pues una de ellas podría ser el gorrión alpino, pequeño paseriforme, perfectamente adaptado a las duras condiciones de la alta montaña, con temperaturas extremas y escasez de alimentos y que en Aragón solo está presente en los Pirineos.
Permítanos hacer un juego de palabras… ¿Qué le quiebra a usted los huesos?
-Defender el territorio con criterios de sostenibilidad (económica, social y ambiental), sacar adelante los proyectos de la FCQ y seguir trabajando para mejorar las condiciones de la comarca pirenaica que más quiero: el Sobrarbe, así como el municipio de Aínsa.
Usted es un naturalista de campo, un gran conocedor y amante del Pirineo que trabaja, desde distintos campos, por la conservación de la naturaleza y el desarrollo socioeconómico de las áreas rurales, ¿qué amenazas cree que se ciernen hoy día sobre el Alto Aragón?
-Sin duda alguna el cambio climático y los impactos del calentamiento global sobre la biodiversidad, que afectaran a todos los sectores de manera transversal, tanto al sector agrícola y ganadero (con sequías y eventos extremos), como al turismo (con olas de calor y menos disponibilidad de agua)
La provincia altoaragonesa es el hogar fijo y, a veces temporal, de muchas aves, ¿tiene predilección por alguna de ellas? ¿Qué le seduce de este mundo?
-Por la libertad que transmiten al surcar los cielos, su vistosidad, alegres cantos y ternura con la que crían sus polluelos. Tras el quebrantahuesos, tengo predilección por el ave de las nieves: el lagópodo alpino o la perdiz nival, la cual llevo estudiando en el Pirineo de Huesca, desde que me inicié en la ornitología hace más de cuarenta años.
¿Qué noticia le gustaría que fuera portada de Diario del Altoaragón más pronto que tarde?
-En 2023 la Unión Europea ha reducido las emisiones de efecto invernadero en un 55 por ciento, adelantándose al objetivo marcado para 2030.
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