Kiriku y Muel, dos quebrantahuesos afortunados.

Kiriku y Muel, dos quebrantahuesos afortunados.

Colonizaron Aralar la década pasada y durante años han intentado junto a otro ejemplar una puesta con éxito. Su sueño se ha hecho realidad.

Esta semana, el guarderío de Medio Ambiente ha anunciado el primer vuelo de un pollo de quebrantahuesos en la sierra de Aralar. Pero detrás de esta buena nueva hay una historia de lucha y tenacidad que llena de esperanza no solo a este macizo, si no a toda una especie. Y tiene nombres. En la década pasada, varios ejemplares de quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), un ave en peligro de extinción y cuya dieta se basa en huesos de otros animales, comenzaron a hacer incursiones por Urbasa y Aralar procedentes del Pirineo, donde la especie vivía un milagroso despertar después de que en los años ochenta llegara a constatarse la presencia de una sola pareja reproductora en la Foz de Burgui.

Kiriku, un subadulto marcado en la zona de Navascués-Arbaiun, donde está la ermita de San Quirico, que le dio su nombre, fue el primero en desplazarse a Aralar y territorializarse, allá por el año 2012. En 2016, una hembra no marcada se quedó con Kiriku y al año siguiente se les unió Muel, otra hembra marcada en Aragón, dando lugar a un trío estable en Aralar. Defendieron su territorio ante otras rapaces e intentaron reproducirse. Ya en 2019, sus esfuerzos dieron como resultado la primera puesta, aunque la incubación no fue exitosa. Los quebrantahuesos no tienen fácil su reproducción, ponen uno o, a lo sumo, dos huevos. Y si llegan a nacer los pollos, estos se enfrentan a demasiados peligros, como la caída de sus propios nidos, que suele ser fatal. Como contrapartida, su longevidad les permite tomarse las cosas con tiempo. Y eso es lo que hizo el trío cooperativo de Aralar, no cesar en su intento. Pero al año siguiente, en 2020, Kiriku, Muel y compañía, tampoco tuvieron suerte, pese que no muy lejos, en la zona pirenaica y prepirenaica de Navarra, lograron dejar el nido cuatro nuevos pollos. En 2022un pollo trajo la alegría a Aralar, pero murió por una infección antes de saltar del nido. Por fin, en la primavera de 2024, un pollo ha conseguido salir adelante en el nido de Aralar y en julio dio su primer vuelo. Si sobrevive, pasará unos meses con sus progenitores y, posteriormente, iniciará un período de dispersión en el que recorrerá buena parte del Pirineo u otros macizos montañosos. Pasarán entre 5 y siete años hasta que alcance su madurez sexual, momento en el que buscará un territorio propio, posiblemente cerca de Aralar, donde establecerse y poder continuar la expansión de la especie hacia el oeste.

Fuente:

https://www.diariodenavarra.es/noticias/navarra/2024/08/16/kiriku-muel-dos-quebrantahuesos-afortunados-618719-300.html