La historia de conservación del quebrantahuesos: de 60 a 1.000 en el Pirineo aragonés.
La historia de conservación del quebrantahuesos: de 60 a 1.000 en el Pirineo aragonés.
En la década de los 80 solo quedaban una treintena de parejas en Aragón y hoy se han multiplicado y sobrevuelan zonas donde había desaparecido como los Picos de Europa o Andalucía en España o los Alpes en el continente y, en la comunidad aragonesa, se han expandido a otras zonas como el Moncayo o el Maestrazgo. La década de los ochenta fue “dramática” para los quebrantahuesos, una de las rapaces más grandes de la fauna europea, con casi 3 metros de envergadura en vuelo, y con la rara especialización alimentaria de restos óseos. Se extinguió desde Grecia hasta España y solo quedaban una treintena de parejas en el Pirineo aragonés, que hoy se han multiplicado hasta el millar gracias a un proyecto de conservación. Y no solo eso, porque, aunque este ave sigue en peligro de extinción, unos treinta ejemplares sobrevuelan los Picos de Europa, de donde habían desaparecido desde hace unos setenta años, otros tantos están asentados en Andalucía, y van llegando a otras partes de Aragón, como el Maestrazgo turolense o las faldas del Moncayo. Lo cuenta en una entrevista a Efe el director de ‘Salvar al quebrantahuesos’, Pablo Lozano, que estrena este domingo en Aragón TV este documental que narra cómo un plan capitaneado por el Gobierno de Aragón nacido en 1994 consiguió revertir esta tendencia a la desaparición de un ave que también ha vuelto a estar presente en los Alpes. Para el documentalista, la cinta es la “continuación lógica” de ‘Salvar al Bucardo’, que se estrenó en cine y televisión en 2019 y que narra la historia de lucha de científicos e instituciones por salvar a la cabra montés del Pirineo, que fue el primer animal clonado tras su extinción, con un ejemplar que nació pero no llegó a sobrevivir. Después de llevar a la gran pantalla esta tragedia de «extinción y desextinción», el cineasta zaragozano explica que cuando conoció la trayectoria de estas aves de la mano de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos supo que su siguiente historia iba a ser la de un programa de éxito. Aunque el director, que busca “acercar esta historia humana y de vida salvaje al espectador”, advierte de que este animal todavía es muy vulnerable: “Al estar tan concentrada la población, también es un pequeño riesgo, ahora con el covid-19 lo hemos aprendido rápidamente. Cualquier pequeño problema que ocurriese en el Pirineo podría acabar con el 90 % de la población de España”. Pero volvamos al pasado, cuando el futuro del quebrantahuesos en Europa estaba lejos de ser esperanzador. El primer paso para acabar con la crítica situación de esta ave carroñera, provocada entre otras causas por la ingesta de veneno, fue la alimentación suplementaria, especialmente en invierno, cuando más energía gastan y más difícil se torna encontrar los cadáveres de los que se alimentan. Algo que fue “un avance”, porque muchos quebrantahuesos jóvenes morían los primeros años. Pero todavía quedaba un problema crucial: el alto fracaso en la reproducción de estos carroñeros, con muchas parejas que no pueden sacar adelante a sus polluelos, normalmente, solo uno o dos por puesta. Por ello, se comenzó a trabajar con un sistema que perdura en la actualidad y que consiste en detectar qué parejas son incapaces de criar y rescatar sus huevos para que crezcan en cautividad y en aislamiento humano, con “un método muy parecido a cómo los pollos se crían en la naturaleza”. Luego, las crías se desplazan al Pirineo donde van observando, todavía en cautividad, cómo se comportan los de su especie, para finalmente unirse a ellos. En un primer momento, estas sueltas se realizaban solo en el Pirineo, pero cuando la población fue suficiente, Aragón y Cantabria comenzaron a colaborar para que estas aves pudieran ser liberadas en los Picos de Europa, donde ya habita una treintena. Debido a esta nueva dispersión, la cinta ha sido rodada además de en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en localizaciones como el Parque Nacional de Picos de Europa, el Somontano y la Jacetania y muestra lugares de “extraordinaria belleza”, ya que el hábitat de esta rapaz son las paredes escarpadas de alta montaña. Esto ha dificultado la grabación del documental, con jornadas de hasta 17 horas de trabajo sin ningún minuto grabado de esta majestuosa ave tan difícil de avistar, que ha requerido casi dos años de filmación y un año de edición de las más de 100 horas registradas, después de 60 jornadas frente a las cámaras y más de 13.000 kilómetros recorridos. “Grabar animales en la naturaleza, sobre todo aves tan asustadizas como el quebrantahuesos, hacen que algunos días vuelvas con un minuto grabado. Recorría 600 kilómetros, me levantaba a las 5 de la mañana y volvía a las 10 de la noche, y no había grabado nada o 5 minutos”, reconoce el director que, sin embargo, ha podido captar imágenes tan espectaculares como peleas en vuelo o el seguimiento durante 120 días de un nido en el Somontano. Eso sí, hay otras instantáneas que también quedarán en la retina del cineasta y que demuestran la singularidad de esta ave, la única que se alimenta exclusivamente de huesos: “Estuve con un quebrantahuesos que había tenido un accidente con unos cables eléctricos y el veterinario me enseñó la radiografía. Pude ver que tenía dentro una pierna entera de cordero”.