Quebrantahuesos Coronavirus

El Coronavirus y la conservación de la biodiversidad

La deforestación ha provocado situaciones de estrés en algunas colonias de animales. Sus defensas se han visto reducidas y su fisiología modificada. Como consecuencia, han sido víctimas de enfermedades nuevas susceptibles de transmisión.

El comercio internacional y desregulado de animales silvestres, sin normas sanitarias precisas, es un enorme peligro.

Lo urgente hoy es frenar el virus; lo importante, tomarse ya en serio la conservación y protección de la biodiversidad.

Ya nadie puede negar que la extensión de la infección por el Coronavirus es un problema a nivel casi planetario. También es una evidencia, que es un problema global de la mayor parte de la humanidad, que exige soluciones globales, entre ellas la de disponer de vacunas y tratamientos adecuados y locales al mismo tiempo.

Desconocíamos casi todo sobre este tipo de virus y que desconocemos cuantos existen -sólo se conocen bien el 1%, de los que los científicos estiman que existen- es también una realidad innegable.

Los virus habitan de manera natural en las plantas y animales, que han evolucionado conjuntamente durante millones de años y que desconocemos bastante la relación de estos virus con sus huéspedes, tampoco admite mucha duda.

Todos los seres vivos conocidos o todavía sin conocer -lo que denominamos biodiversidad-, han sido alterados intensamente por el hombre al menos desde hace 10.000 años, desde la aparición de la agricultura y ganadería.

Otro hecho innegable establecido por miles de científicos, es que la presión de la humanidad -7000 millones de humanos consumiendo recursos- sobre los sistemas naturales resultado de la evolución biológica, se ha intensificado en las últimas décadas, alterando gravemente los ecosistemas, eliminado especies, usando tóxicos artificiales, etc., ya denunciado en el libro: la primavera silenciosa, de Rachel Carson, publicado en 1962. El hombre ya alterado ¾ del planeta.

Existe una excesiva extracción de animales silvestres de sus  hábitats, un intenso comercio internacional legal e ilegal y consumos locales y regionales sin normas sanitarias precisas, ni regulación adecuada. Este comercio supone además  la exposición de miles de personas a contactos con animales, sus cadáveres y restos que facilita el intercambio de agentes patógenos.

La deforestación genera en ciertas especies animales -murciélagos en especial- situaciones de estrés, que provocan la bajada de sus defensas y alterando su fisiología, que  les  dejan expuestos a sufrir episodios  de enfermedad, que en condiciones  normales de sus hábitats  no existen. Con la transformación, destrucción e invasión de sus hábitats se incrementan las posibilidades de contacto con los humanos y se facilita la transmisión de  determinados virus -y otros  organismos- que hasta ahora  eran exclusivos  de estas  especies.

Que ha habido intentos de respuesta  y de búsqueda de soluciones a la transformación -a menudo sin vuelta atrás-, de los sistemas naturales y la pérdida irreversible de seres vivos únicos componentes de la biodiversidad de la cual somos parte, que han resultado insuficientes e ineficientes, pues las tasas de deforestación y pérdida de hábitats y de especies se han incrementado.

Que ante la crisis sanitaria del Coronavirus, favorecida por un sistema social y económico, sin equidad, ni gobierno global, los gobiernos de las naciones afectadas, han ido reaccionado, obligando a un cambio drástico y urgente de las costumbres de los ciudadanos en casi todos los países.

Identificado el enemigo, existen otros como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, es posible una acción decidida de los gobiernos para cambiar las costumbres, comportamientos y actitudes de los ciudadanos, lo que desmiente la teoría de  que los cambios sociales no son posibles o muy difíciles para la acción de los gobiernos.

Creemos que los gobiernos a todos los niveles y los organismos internacionales, que deben mejorase y reforzarse, consideren la emergencia de la pérdida de biodiversidad y actúen en consecuencia con un plan de choque a nivel local, regional -Aragón-, nacional y mundial. La simplificación de la biodiversidad y los procesos ecológicos, aumentará sin duda los riesgos para la salud humana a nivel mundial. Por desgracia, las primeras especies en desaparecer de los ecosistemas son las que más reducen la transmisión de patógenos.

Debería establecerse un plan, que consideré un incremento sustancial de la investigación científica en biodiversidad, el confinamiento y preservación de los hábitats para que queden estrictamente protegidos de la interferencia humana y el apoyo económico y sicológico a las poblaciones y países afectados.

La conservación de la biodiversidad en el planeta es una  emergencia global y debería ser tratada como tal. Hay que empezar de inmediato. Ahora toca controlar el virus, pero no deberíamos seguir tentando la suerte -SARS-CoV 2002, gripe aviar 2003, gripe porcina 2009, MERS-CoV 2012, ébola 2013, Zyka 2015- y seguir con un sistema y modelo obsoleto.

Muchos opinan que nada va a ser exactamente igual después del confinamiento y la presencia del Coronavirus. De ser así, deseamos que el Gobierno de Aragón lo comprenda, considere, analice y revise sus debilidades en política ambiental, ya  que la salud forma parte de ella como tristemente hemos comprobado y en especial en la protección de la biodiversidad y gestión de la naturaleza.