Este municipio oscense, situado a las puertas de los Pirineos, dispone de un patrimonio histórico y natural que no te puedes ver. Desde el Ecomuseo de la Fauna Pireneica hasta el de Oficios y Artes Tradicionales, pasando por sus pueblos tradicionales. Por eso ha sido elegido capital rural.

Una de las entradas a los Pirineos se encuentra en el municipio de Aínsa-Sobrarbe, un destino con poco más de 2.000 habitantes que este año ha sido elegido como capital del turismo rural de España. ¿Motivos? Es el primer municipio en Aragón en número de casas rurales (37) y plazas donde alojarse (262). Además, la naturaleza desempeña el papel principal de toda la comarca. No en vano, la biodiversidad del territorio de Sobrarbe es única en Europa, tal como lo demuestra el Geoparque Mundial de la Unesco de Sobrarbe-Pireneos, que posee un patrimonio con más de cien lugares de interés geológico. Por todo ello Escaparural.com, la plataforma digital dedicada a la promoción de alojamientos rurales, la elegido capital rural.

Hay que añadir las peculiaridades del casco antiguo de la villa de Aínsa. Cada calle tiene una historia que contar, puesto que, en la Antigüedad, cada una destacaba por acoger las viviendas de determinadas clases sociales. Por ejemplo, en la calle Santa Cruz vivían las personas que pertenecían a la más baja, como artesanos y labradores, mientras que en la calle Mayor, o de Gonzalo I, destacaban los edificios de la nobleza. Da igual cuál de las dos calles recorras, ya que ambas conducen a la Plaza Mayor y al castillo.

Es posible conocer la historia de la villa a través de una visita teatralizada (dirigida a grupos concertados en invierno y a todo el mundo en verano) que pasa por los lugares más emblemáticos de Aínsa. Desde la torre del Homenaje de la fortaleza hasta el ingreso principal, pasando por la iglesia parroquial de Santa María, célebre por su cripta y por el campanario con vistas espectaculares a los parajes cercanos. También el casco antiguo atesora un baño judío descubierto hace 400 años.

También hay que visitar el Ecomuseo de la Fauna Pireneica. No se trata de un espacio cultural común, sino de un centro de interpretación abierto 11 meses al año dedicado al mundo animal de los Pirineos. En él es posible admirar desde cerca aves rapaces incapaces de vivir en libertad por haber subido daños físicos. De un búho real a un águila culebrera, pasando por una especie de quebrantahuesos. Esta última es la única ave osteófaga del mundo, es decir capaz de ingerir huesos. Pero, ¿cómo lo hace? Una enzima le permite llevar a cabo la digestión. Además, cuando encuentra huesos muy grandes, sube hasta las rocas más altas para romperlos y tragarlos con facilidad.

Milano real, buitre leonado, negro, alimoche común y quebrantahuesos. Son las cinco especies de aves necrófagas que puedes divisar gracias a la visita al comedero del ecomuseo. En el antiguo vertedero municipal, hoy dedicado a la alimentación de estas especies, podrás admirar de 200 a 400 aves que bajan desde las montañas cuando les dejan comida, es decir, dos veces por semana en invierno y tres en verano. Además, todos los que se hacen socios pueden entrar hasta tres veces al año en dos casetas acristaladaspara sacar fotos a los buitres. “Algunas veces hemos visto cómo un zorro compite con los mismos buitres leonados yendo hacia la comida, generando pequeñas persecuciones entre ellos”, recuerda Óscar Diez, director del ecomuseo.

Otro museo indispensable es el de los Oficios y Artes Tradicionales, una colección privada, conservada en una antigua casa señorial, que acoge más de 1.500 piezas de los siglos XIX y XX. Desde objetos de alfarería y cerámica hasta instrumentos de las herrerías, como curiosas herraduras con forma de pica, pasando por herramientas de carpintería, utensilios para tejer y una cocina de la época con chimenea incluida.

También Aínsa es sinónimo de deporte y diversión, pero sobre todo es la tierra de quien ama las rutas en btt enduro. Gracias a Zona Zero, un proyecto sostenible nacido con la recuperación de caminos tradicionales, es posible disfrutar de 100 itinerarios en bici, rutas para senderistas y actividades alternativas como ráfting y kayak.

A pocos kilómetros de Aínsa se eleva Latorrecilla, un pueblo con alrededor 30 habitantes sumergido en la naturaleza virgen, que cuenta con un precioso casco antiguo. Más allá de sus peculiaridades arquitectónicas, hay otra razón por la que merece la pena ir hasta allí: las abejas. El apicultor Paco Parra y su familia, además de vender miel artesanal, han ideado Mis amigas las abejas, un aula de naturaleza donde realizan visitas guiadasdedicadas a la vida de zánganos, abejas obreras y reina. “Te acercamos a la vida de las abejas, su organización social y lo que nos aportan a la especie humana. No tenemos una pantalla porque aquí todo está pensado para manosearlo y repartirlo”, declara Paco mientras enseña un panel fotográfico con las celdas de las abejas.

Otra opción es poner rumbo a Morillo de Tou y disfrutar de la belleza de este centro vacacional. Lo que hoy es un hermoso complejo veraniego, fue un pueblo en ruinas a causa de los daños causados por la inundación del embalse de Mediano. En 1984 se llevó a cabo un proyecto de revitalización del pueblo en homenaje a Tomás Moro, humanista inglés centrado en la organización de una sociedad ideal, . “Estas casas de los trabajadores”, indica Yuonne, residente de Morillo de Tou, “se dedicaron al intelectual británico porque cuando se ideó el proyecto de rehabilitación de pensó en la obra Utopía de Moro. Valía la pena luchar por esa utopía, que al final se hizo realidad”.

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar

La estación de AVE de Lérida se encuentra a algo más de una hora en coche de Aínsa. También se puede llegara a Zaragoza o Huesca y luego conducir.

Dónde dormir

El Hotel Sánchez (Avenida Sobrarbe, 10) es una buena opción para alojarse en la zona. Su ubicación privilegiada en la zona moderna de la localidad de Aínsa permite a los huéspedes llegar al casco antiguo de la villa con facilidad. Desde 57 euros la noche.

Dónde comer

En el Hotel Sánchez, cuya carta propone productos aútoctonos de la zona. Desde las ensaladas con hortalizas del territorio hasta los platos de carne y pescado. Recomendamos los postres y las tartas artesanales. El bar Fes (calle Mayor, 22) es una buena alternativa para comer en el casco antiguo de Aínsa. Su menú propone entrantes a base de verduras y platos combinados como la ternera pireneica. El restaurante Casa Cuello, en Morillo de Tou, sirve menús para viajeros de paso y destaca por su gastronomía realizada con productos típicos del lugar.

Más información

En la web del Ayuntamiento de Aínsa: www.villadeainsa.com.

Fuente: https://www.elmundo.es/viajes/espana/2018/10/27/5bbb6486e5fdeafb378b45b3.html