«Canal Roya desoye a la ciencia y hace caso omiso del Pacto Verde Europeo».
Cristina Monge y Sebastián Álvaro inciden en la oposición al proyecto de unión de estaciones en un acto de la Plataforma de Defensa de las Montañas de Aragón.
Desoír a la ciencia, hacer caso omiso al Pacto Verde Europeo y despreciar los signos que la naturaleza está enviando de evidente cambio climático son tres de los grandes defectos que acompañan al proyecto de unión de estaciones por Canal Roya, según se ha puesto de manifiesto la tarde de este miércoles en el Aula Magna del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza en el que la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón ha congregado a Sebastián Álvaro, montañero y divulgador artífice de «Al filo de lo imposible», la politóloga Cristina Monge, la sindicalista Begoña Pérez, el periodista de El Diario de Huesca Javier García Antón y José Luis Trasobares en su papel de conductor del acto.
El debate arrancaba con la idea expresada por el presentador de la influencia de determinadas oligarquías empresariales sobre la firmeza gubernamental en torno «al negocio del esquí y con fondos públicos para una infraestructura que beneficia a una estación de titularidad pública y dos privadas».
Begoña Pérez, de Comisiones Obreras, ha recorrido la trayectoria reciente de las relaciones entre las empresas que gestionan las estaciones y sus trabajadores, en el caso de los de hostelería «con problemaas porque trabajan 25 horas al día y cobran diez» y dos sociedades en Astún y Candanchú de distinto tenor, familiar la primera y con «grandes apellidos la siguiente». Pérez alude a la «mala calidad del empleo», puestos de trabajo «minusvalorados» y a su opinión de que «hay que cambiar el modelo de negocio con observación, educación y sensibilización».
«NO SE PUEDE AMPLIAR SI NO NIEVA»
Sebastián Álvaro sostiene su forma de resolver la saludable tenencia de «dudas: la ética del comportamiento. Decidir qué es lo bueno y lo malo. Dudas de si ser el Pepito Grillo, que no te importa, o de afrontar las dificultades, cuando no algún contratiempo. Y llego a la conclusión de que hay que defender las causas que son necesarias, justas y nobles. No tengo ningún otro interés, son razones justas para estar hoy aquí. No hay exageración, no hay posiciones radicales, sólo lo razonable, justo y necesario».
Apelando a su relación con Eduardo Martínez de Pisón, ha recordado las palabras del pirineísta que atribuye a Canal Roya una «visión cortoplacista». El cambio climático, ha aducido Sebastián Álvaro, ya está aquí. «En 42 años he visitado todas las grandes regiones de hielo . En todas el retroceso de los glaciares es alarmante. No es discutible». Era una previsión que las compañeras petrolíferas contemplaban en sus estudios pero ocultaron, ha agregado. En Groenlandia el descenso es 20 veces superior de lo que se pensaba. En la Antártida, «el refrigerador» de los mares, «nunca se había visto con tanta claridad como este año».
El divulgador y montañero ha sentenciado en tres frases contundentes. «Se está produciendo algo muy serio. Se va a reducir la nieve a la mitad. Y no se puede ampliar si no nieva». Y una recomendación: «Tenemos que conservar los últimos lugares de belleza y soledad del mundo». Con una predicción final: «No va a nevar».
Javier García Antón ha apelado a la puesta en marcha de un debate serio y sin límites a uno de esos llamados «asuntos de Estado», con predominancia de la ciencia y de los expertos sobre intereses económicos o políticos, sean del signo que sean. A partir de entonces, ha añadido, los ciudadanos podrán extraer sus propias conclusiones sin que les vengan impuestas. El periodista ha afirmado que no es contrario a las estaciones de esquí, más bien al contrario, pero ha sostenido que lo prudente y recomendable (con el paralelismo de las cuencas mineras turolenses como paradigma) es estudiar posibles escenarios futuros a la hora de planificar inversiones importantes.
«ESTO ACABA DE EMPEZAR»
Cristina Monge, politóloga, colaboradora en varios medios nacionales, afirma que la comunidad científica, que tradicionalmente es partidaria de certificar que los cambios son lentos, «por primera vez dice que tenemos una crisis climática. Han tardado años en confirmarlo, no es futuro, sino presente».
Ha apelado al estudio del Instituto de Salud Carlos III que asegura que la elevación de temperaturas ha causado en el último año doce mil muertes prematuras. «Hace tres años, la ciencia dijo que teníamos diez años para empezar a revertir la situación. Nos quedan siete».
Cristina Monge ha citado también los informes de 2008 que vaticinaban, en el peor de los escenarios, que en 2020 se acabaría la nieve, pero en los escenarios centrales lo que argumentaban era que se reduciría un 10 %. «Y se quedaron cortos. Se están cumpliendo los peores presagios. Empezamos a caminar por terreno desconocido y es inquietante. No soy catastrofista. La buena noticia es que tenemos mucha más capacidad para responder a muchas cosas. Que somos capaces de empeorar pero también de mejorar. Por cada 0’1 grados que evitemos que suba la temperatura media del planetea, salvamos millones de personas»
La politóloga ha apelado a la capacidad de adaptación del planeta y de la humanidad a las condiciones. Y ha esgrimido el papel del Plan Verde Europeo y los Fondos de Resiliencia y Recuperación que, sobre el turismo, apuestan por cinco ejes para las inversiones: procesos participativos entre la administración y los agentes implicados; una transicion Verde; la transición energética; la transformación digital y la competitividad».
Considera exagerados los temores que hubo de que España no fuera capaz de presentar iniciativas a los Next Generation. «Lo peor no es que no haya proyectos, sino no destinarlos a los objetivos adecuados». Según Monge, el proyecto de unión de estaciones «desoye la ciencia y hace casi omiso al Pacto Verde Europeo», por lo que ha demandado una adecuación de los fondos a un plan para el cambio climático.
«Lo peor es la pérdida del coste de oportunidad», ha agregado. De todas las comarcas, sólo cinco han presentado proyectos ambiciosos, y son 27 millones de euros que llegan para lo que llegan. «¿Cuál ha sido el orden de oportunidad? Quiero una montaña con gente con negocios. Y hay que pensar cuánto nos cuesta en algo que no se tiene que invertir. ¿Por qué surge ahora cuando en otros sitios la apuesta es por la sostenibilidad? Porque quienes lo lideran están convencidos de que es un buen instrumento para el desarrollo de su tierra… y para las elecciones del 28M».
Monge rechaza las dos ideas que subyacen en esta forma de pensamiento. «La primera, que cuando hay dinero público que venga. La segunda, el discurso victimista de que otros han tirado dinero, ¿por qué nosotros no? y eso es muy malo para la sociedad y para la democracia».
«Esto acaba de empezar», ha añadido Cristina Monge. El documento de la unión de estaciones es «para echar a correr», pero la preocupación en Europa existe. Dos páginas del Times y un editorial de El País lo demuestran. «La Comisión Europea lleva años jurando que semejante cantidad de pasta tiene que ir destinada a cambiar chips. Y tiene gente para inspeccionar. Hay maneras de ponerlo difícil».
Estima que el proyecto cambiará. «Estamos acostumbrados al cambio de planes fruto de las negociaciones. Quizás desaparecen pilonas, otros elementos van más arriba… Pero hay en esto dos momentos clave: antes del 28M y después».
En el turno de preguntas, Sebastián Álvaro ha apreciado que hay esperanzas, que Podemos ya va a preguntar sobre este asunto en el Congreso, que hay gente dentro del Gobierno de la nación en contra, que la Federación Española de Montaña no ha tenido ningún problema en expresar su clara postura contra el proyecto (al contrario que la Aragonesa, han recordado desde el público) y que el modelo en la montaña está cambiando hacia un predominio del senderismo como práctica.
Quien ha introducido, José Luis Trasobares, ha concluido manifestando los vectores de naturaleza económica que empujan la unión de estaciones, asimilables a los que han regido al Real Zaragoza. «Quieren multiplicar sus posiciones. Aspiran a manejar Ramón de hoz y coz, con dinero público, porque pasta de la suya no ponen nunca. Y contaban con que no habría debate social. No hay más que ver esta sala repleta. Se han equivocado».
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